Visitar a la mamá , al papá o la abuela en la residencia geriátrica es siempre una experiencia feliz, es maravilloso aprovechar cada minuto con ellos mientras los tenemos . Sin embargo, es natural sentir una mezcla de dolor, pena, miedo y culpabilidad cuando se decide ingresarlos.

Tener a nuestros seres queridos en una residencia geriátrica es siempre el resultado de una decisión muy difícil. Son miles las razones que les llevan a tomar esta complicada decisión, pero generalmente, suele ser por necesidad. Llegados a este punto, los familiares por regla general, ya han pasado por varias fases, y éste es el último paso que les faltaba por dar. Es muy posible que la idea de ingresar a su padre o a su madre en una residencia geriátrica , fuese una opción que nunca anteriormente se hubiesen planteado, incluso si unos meses antes alguien les hubiese planteado la opción de una residencia, les habría producido total perplejidad.

Pero llegado el momento, un día dejan a su padre o madre en el centro, los familiares se despiden cariñosamente de él y a continuación le dan la espalda saliendo por la puerta del centro. En ese mismo momento, es conmovedor ver la expresión de dolor en sus caras, y la angustia con la que se van. Se trata de una mezcla de dolor, pena, miedo y culpabilidad.
El sentimiento de culpa aparece cuando se produce un choque entre el modelo ideal de conducta interiorizado y lo que se hace en realidad.
Cuando alguien está atrapado en la culpa, no se gusta, se descalifica, se tortura y se siente incapaz de tomar las riendas de su vida.
Los cuidadores a menudo sienten que llevar a la persona a una residencia geriátrica es una traición. Usted puede sentir que ha dejado a la persona, o que debería haberse hecho cargo por más tiempo.
Es posible que haya prometido previamente a la persona que usted siempre iba cuidar de ella en su casa y ahora se siente obligada a romper esa promesa. Recuerde que las promesas fueron hechas probablemente en una situación completamente diferente, cuando no tenía idea de lo que podría suceder en el futuro.
Poco a poco, conforme van confiando en el centro y en su equipo de trabajo, conforme van observando que su familiar se integra y se siente bien donde está, e incluso tiene mejor aspecto, y conforme estas personas se van sintiendo más descansadas que antes de que ingresase en la residencia, conforme va rehaciendo la vida que estaba comenzando a quebrarse, a recobrar su tiempo personal, etc. poco a poco se va a desprender de la pesada cadena que es la culpabilidad.

Para toda persona con sentimientos, ingresar a un familiar en una residencia geriátrica es duro, y es inevitable que surjan los sentimientos negativos. Para poder ayudarnos, lo primero es confiar en el centro, para ello, hay que conocerlo desde dentro, convivir con nuestro familiar dentro de él. Hay que conocer la parte humana del centro, su estructura, sus trabajadores, conocer su forma de trabajar, sus cualidades y errores, convivir con el resto de usuarios, valorar como viven y como lo conciben. Conforme vayamos integrándonos en el centro, iremos aumentando nuestra confianza en él.
El traslado a una residencia geriátrica no tiene por qué significar que usted renuncia a su papel de cuidador por completo, a menos que esto sea lo que quiere; es sólo una forma diferente de cuidar. Su participación aún puede ser muy importante.
Algunos cuidadores sienten que la atención en la residencia geriátrica les ayuda a tener una mejor relación con la persona, ya que su tiempo juntos puede ser más especial, menos estresante y más como lo que solía ser antes de que llegase la constante preocupación sobre aspectos prácticos del cuidado.
Entrar en un centro es, sin embargo, un momento de transición; puede llevar a la persona y a su cuidador un tiempo para asentarse y acostumbrarse al cambio.
Lógicamente llevar al adulto mayor a una residencia geriátrica no significa que los familiares se vayan a desatender de su ser querido. Lejos de eso, es cuando más cercanía debe de haber entre el nuevo residente y los familiares.
Las residencias , como Casa Israel, hacen mucho hincapié sobre el papel que juegan los familiares en la adaptación del nuevo residente en la fase de ingreso y adaptación.