Cuando llega el momento de decidir si el adulto mayor tiene que irse a vivir fuera de la casa, lejos de su familia, siempre hay sentimientos encontrados, aunque sea por su propio bien, de ahí la importancia de un proceso de preparación para esta transición.

El aumento de la expectativa de vida trajo como resultado el aumento de la cantidad de personas de 80 años y más que viven períodos prolongados en situaciones de fragilidad o dependencia, afectando su capacidad de realizar por sí mismos un conjunto de actividades de la vida cotidiana que resultan imprescindibles para la supervivencia. Estas acciones van desde las más básicas -como alimentarse, vestirse, usar el baño, levantarse de la cama- hasta otras más complejas, pero también necesarias, como manejar dinero, trasladarse, usar el teléfono, hacer compras o preparar comidas.

Y ahí aparece el angustiante dilema: ¿es mejor que el adulto mayor viva solo con los apoyos necesarios, que se venga a vivir con nosotros (sus hijos) o que se institucionalice?

Si los hijos quieren ayudar a sus padres, lo primero que tienen que hacer es escucharlos y participar activamente de cuál va a ser la mejor ayuda que les pueden dar.

Porque si bien en la actualidad existe consenso acerca de la ventaja, la conveniencia y el deseo de la mayoría de las personas mayores de envejecer en casa, hay que analizar en cada situación si esto es lo mejor para el adulto mayor y para su entorno.

Uno de los principales nudos conflictivos de esta problemática radica en hasta cuándo es buena decisión mantener a un adulto mayor en su casa o en la de sus hijos y no pasar a una internación. Todos los especialistas coinciden en que cuando los niveles de dependencia se tornan muy altos, hay que empezar a analizar la posibilidad de una institucionalización. Las razones son muchas: para poder brindarle el mejor cuidado al adulto mayor, para poder aliviar la carga de cuidado a la familia, porque resulta más económico que pagar cuidadores las 24 horas…

Una residencia geriátrica como Casa Israel es una solución positiva para muchas personas. De hecho, mucha gente mejora ahí. Es un mito creer que se corta el vínculo con la familia en la residencia geriátrica.

Recomendaciones para las familias

  • Escuchar a sus padres y respetar sus preferencias sobre dónde y con quién quieren vivir su vejez
  • Informarles sobre las ventajas y desventajas de cada una de las opciones disponibles, y reflexionar juntos sobre ellas
  • No asumir todas la tareas, compartir responsabilidades con otros miembros de su familia
  • Pedir asesoramiento y ayuda profesional