La depresión en los adultos mayores es muy común debido a todos los cambios que enfrentan en esta etapa de su vida.
Nadie nos prepara para los cambios que se enfrentan en la tercera edad.
La depresión es uno de los trastornos del estado de ánimo más prevalentes en la actualidad. Éste se caracteriza principalmente por la presencia de tristeza y estado de ánimo bajo, disminución de la autoestima, pérdida de placer por aquello que anteriormente provocaba satisfacción, trastornos del apetito y/o del sueño y sensación de fatiga habitual.
Además de estos síntomas, la depresión genera habitualmente apatía y dificultad para tomar decisiones.
Esta sintomatología se mantiene, por lo menos, durante dos meses y produce un malestar significativo que altera el nivel de funcionalidad. Se puede desarrollar a lo largo de cualquier etapa vital. Si bien es cierto que, debido a algunos factores característicos del envejecimiento, el adulto mayor puede padecer este trastorno con cierta probabilidad.
La depresión en el adulto mayor destaca principalmente por la presencia de tristeza, anhedonia (incapacidad para experimentar placer) y síntomas psicosomáticos, es decir, síntomas físicos producidos por procesos emocionales, tales como fatiga crónica o dolor de cabeza.
Síntomas de depresión en el adulto mayor
La depresión es un trastorno del estado de ánimo. No obstante, durante el transcurso de ésta, el adulto mayor también puede presentar algunos déficits neuropsicológicos. Durante el envejecimiento es normal que el adulto mayor presente ciertos cambios a nivel cerebral, por los cuales se vea reducida su velocidad de procesamiento, así como su capacidad atencional y de memoria.
No todas las personas se van a ver afectadas en este sentido, sin embargo, no es extraño que aquellos mayores que padecen depresión presenten también las dificultades neuropsicológicas mencionadas a continuación, para lo cual es aconsejable que el adulto mayor realice actividades de estimulación que refuercen sus capacidades.
Enfrentando los cambios
Es común que, durante este periodo vital, el adulto mayor experimente algunas circunstancias conocidas como acontecimientos vitales estresantes. Éstos hacen referencia a aquellos sucesos relevantes en la vida de una persona, los cuales producen estrés y, en la mayoría de las ocasiones, necesidad de readaptación: pérdida de seres queridos (cónyuge, familiares o amigos), falta de apoyo social, lesión o enfermedad personal, jubilación, etc.
Los acontecimientos vitales estresantes que más frecuentemente provocan depresión en el adulto mayor son aquellos que suceden de manera brusca, los que no son controlables, aquellos que resultan amenazantes, los acontecimientos que transcurren de manera repetida y los que aparecen de manera conjunta o “en racimo”.
En definitiva, la etapa del envejecimiento se ve influida irremediablemente por la sucesión de pérdidas y sus consecuentes duelos. No se trata únicamente de la pérdida de personas, sino también de la pérdida de capacidades, de ocupación e, incluso, la pérdida de uno mismo a la hora de afrontar la propia muerte.
Es importante destacar que envejecimiento no es sinónimo de depresión, la personalidad del adulto mayor se va a ver determinada por los rasgos previos. Éstos pueden acentuarse debido a diversas circunstancias ocurridas en esta etapa, dependiendo siempre de la capacidad de afrontamiento de cada persona.
Fuente:
Para Casa Israel Residencia Geriátrica
PhD. María Ester Flores Sandoval
Psicóloga
Máster en Terapia Familiar y Pareja.
Doctora en Educación