No es un secreto para nadie que algunos adultos mayores desarrollan un carácter que dificulta las relaciones armoniosas con su entorno. Es responsabilidad de la familia, allegados y quienes conviven con ellos considerar algunas medidas para lograr un ambiente de paz y armonía.
Es muy común que los ancianos sufran ciertos comportamientos agresivos.
No debemos juzgar ni asustarnos esto se debe a que la agresividad en ancianos es una consecuencia del desequilibrio emocional que sufren las personas mayores debido al envejecimiento; la tristeza, el aislamiento o el desánimo pueden derivar en situaciones de enojo que generan situaciones de agresividad, y en algunos casos, incluso violencia.
Los propios síntomas de la vejez también pueden ser la causa de dicha agresividad tales como: sensación de inutilidad, falta de autonomía, desconexión con el presente y rechazo al cambio.
Debemos prestar especial atención en infundir tranquilidad y hacerles sentir acompañados y comprendidos. Recuerda que la soledad, los cambios que han sufrido y la cercanía al tema de la muerte son aspectos que los agobian.
Escucharles, darles conversación e intentar no entrar en una discusión con ellos son las tres claves para que el anciano se sienta más relajado y prevenir sus posibles ataques de ira. Ante una actitud agresiva, un consejo sabio es cambiar de tema, ante todo evita dar importancia a sus contestaciones o provocaciones.
Cuando un anciano se siente frágil, inútil o desprotegido, los episodios agresivos son más frecuentes, por lo que evita este tipo de sentimientos e intenta demostrarle el importante papel que representa para su familia.
Hay que tener claro que no está realmente enfadado con usted sino que su situación de vulnerabilidad.