Muchos de los cambios de comportamiento de nuestros seres amados adultos mayores se deben a enfermedades que comúnmente se sufren en esta etapa. La ignorancia sobre las mismas nos llena de temores y de incomprensión por eso es importante tener una mente abierta y disposición para enfrentarlas y superarlas.

Los comportamientos pueden ser conscientes o inconscientes, voluntarios o involuntarios, públicos u ocultos. No debemos temer, obviar o rechazar los cambios en el comportamiento que los adultos mayores sufren en esta etapa.

Debemos asumirlas y comprenderlas para desarrollar la tolerancia y promover en su entorno las condiciones adecuadas para una mejor relación.

La pérdida de memoria es el síntoma más común en las demencias de la tercera edad. Se olvida la información recién aprendida, las fechas importantes, se pregunta por lo mismo en reiteradas ocasiones…

Hay que hacer recordatorio constante de aquello que ha olvidado, manteniendo siempre la paciencia y repitiendo la información tanto como sea preciso. También se suele dar una pérdida de las habilidades de planificación y cálculo.

Con la aparición del Alzheimer y demás demencias similares el anciano pierde la capacidad de realizar algunas tareas cotidianas.

Por lo que el rol del cuidador adquiere un valor incalculable para él, de ahí la importancia de considerar la posibilidad de que vivan en una residencia geriátrica como Casa Israel, donde profesionales especializados ofrecen cuidados integrales al adulto mayor.

Otro de los problemas es la desubicación temporal y espacial. El anciano pierde la noción del tiempo y no sabe con certeza en qué día de la semana o estación del año está. Lo mismo sucede con el espacio, olvidándose de donde se encuentran o cómo llegaron hasta ese punto.

Así también aparecen dificultades para leer, incapacidad para calcular distancias o identificar colores… son algunos de los problemas visuales que pueden derivar del Alzheimer.

Es importante identificar estos cambios a tiempo para abandonar ciertos hábitos como la conducción, que podrían resultar peligrosos.

Se pueden desarrollar dificultades en la expresión oral y escrita. Puede ser que el anciano pierda la capacidad de desarrollar un discurso coherente de principio a fin, quedándose en blanco en medio de una conversación o repitiendo constantemente la misma idea. También puede darse una dificultad en la búsqueda de las palabras adecuadas, limitando notablemente su vocabulario y capacidad expresiva.